Optimizar el fertilizante nitrogenado en maíz
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Aunque los beneficios de agregar fertilizantes nitrogenados a los sistemas agrícolas son evidentes, estos van acompañados de costos económicos y ambientales. La aplicación insuficiente de N puede tener graves consecuencias para el rendimiento de muchos cultivos, mientras que una fertilización excesiva aumenta el riesgo de contaminación ambiental.
Las nuevas políticas de la Unión Europea están alineadas con la idea de mejorar la eficiencia del uso del nitrógeno (NUE). Recientemente se ha hecho pública la nueva estrategia “Farm to Fork” (de la granja a la mesa) en la que se han marcado unos objetivos muy ambiciosos para proteger el medioambiente.
Se ha propuesto una reducción de las pérdidas de al menos un 50%, a la vez que se mantiene la fertilidad del suelo y se garantiza que no se deteriore la capacidad productiva del medio. Se espera conseguir una reducción de, al menos, un 20% en la aplicación de fertilizantes (Comisión Europea, 2020).
El maíz es un cultivo muy exigente en lo que a fertilización se refiere, siendo el N el elemento al que normalmente presenta mayor respuesta. Esto se debe a que el N juega un papel clave en el metabolismo de las plantas.
Existen herramientas que permiten mejorar la eficiencia del N, como son: la medición de la cantidad de N que hay en el suelo antes de la siembra (N min) o en los estados iniciales de crecimiento (3-4 hojas) (PSNT, presidedress soil nitrogen test) del cultivo. Estas medidas realizadas en campo pueden ser utilizadas para determinar la dosis de N en cobertera necesaria para cubrir las necesidades del maíz.
Hay otra serie de factores que influyen en la eficiencia del uso de los fertilizantes: el momento de aplicación, la forma o el lugar de aplicación y el tipo de fertilizante. Si juntamos estos cuatro criterios en nuestra estrategia de fertilización, estaríamos siguiendo el principio de las 4R (rigth rate, rigth time, rigth place, rigth source).
También se dispone de otras tecnologías que permiten evaluar el estado nutricional de los cultivos en general. Algún ejemplo podrían ser los sensores ópticos, como pueden ser los medidores de clorofila, o las imágenes multiespectrales provenientes de drones o satélites. Estas imágenes aéreas del maíz obtienen información en distintas longitudes de onda (rojo, verde, azul e infrarrojo cercano) para determinar si el cultivo presenta deficiencias de N o no. Con la ayuda de esta tecnología se puede dividir el campo en zonas con diferente estado nutricional, y de esta manera, intentar corregir mediante la aplicación concreta de N aquellas zonas que presenten déficit de este elemento
El N absorbido por el maíz no es siempre el mismo y depende del estado de desarrollo en el que se encuentre. Al principio del ciclo del cultivo (hasta que tiene unas 6 hojas desarrolladas), el maíz absorbe pequeñas cantidades de N. Después, la absorción aumenta significativamente llegando a su máximo en las etapas de alta acumulación de biomasa (hasta floración), y posteriormente se reducen las extracciones a medida que se acerca a madurez.
Una estrategia a seguir sería fraccionar su aplicación en varias coberteras, pero también existen avances tecnológicos en fertilizantes. Un ejemplo serían los fertilizantes estabilizados, que cuentan con inhibidores de la nitrificación o de la ureasa, y hacen que el N de los fertilizantes esté disponible durante más tiempo, limitando las pérdidas de N.
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El artículo se ha publicado en la revista Agricultura Nº 1040.